Hoy vamos a hacer un protector de aro para las electrónicas, esas eternas desconocidas, aunque no olvidemos que actualmente, se venden más baterías electrónicas que acústicas. Esto tiene una sencilla explicación; y es que nuestro instrumento, no es como una flauta o una guitarra.
Necesitamos un espacio dónde no molestemos. Aunque nosotros creamos que estamos haciendo música y sobre todo al principio, la única que nos va a aguantar aporreando timbales, va a ser nuestra madre. Bueno, tu pareja, si es comprensiva, las dos primeras semanas también, pero luego…
Hablando en serio. Con la batería acústica has de tener un sitio insonorizado o en la montaña, o cualquier lugar donde no molestes, más que nada, para que puedas seguir practicando sin tener visitas de la autoridad correspondiente.
La ventaja de las baterías electrónicas está clara. ¡No hacen ruido! Al menos, es un «ruido» controlado. Te pones unos auriculares y ya puedes disfrutar de aporrear tranquilamente, sin quejas del vecindario.
El problema.
Si la batería electrónica que te compras, es de calidad media-alta, posiblemente los pads sean muy parecidos a los cuerpos de una batería acústica. Tienen aros de chapa, tensores y parches de malla, imitando el tacto de una batería acústica.
Los aros metálicos, llevan habitualmente un protector de aro de goma, con el que evitamos que suenen demasiado los golpes de las baquetas cuando estamos tocando.
Desgraciadamente, ese aro se acaba rompiendo y si vamos a buscar los recambios oficiales, nos damos cuenta que tendremos que empeñar un riñón, para poder substituirlo. Hablamos de más 30€, contando con los gastos de envío.
La solución.
La solución que os traigo hoy, te costará una visita a tu ferretería favorita y 0,50€. O sea, irrisorio.
El protector de aro que llevan de fábrica es en forma de U. Si cogemos un tubo de goma, como los «macarrones» usados en regadío o en motos para llevar la gasolina hacia el motor, y lo cortamos Transversalmente, o sea, el tubo abierto en canal, tendríamos nuestro protector de aro casero.
Lo primero que haremos, es medir la circunferencia del aro. Si no tienes un metro, con cualquier cuerda o hilo, siguiendo el contorno del aro, lo averiguas rápidamente.
Con estas medidas nos vamos a la ferretería y le pedimos al dependiente, un «macarrón» o tubo de goma. Tienes que fijarte, que el diámetro sea lo suficientemente ancho como para que al colocarlo sobre el aro, lo cubra bien y quede holgado.
Una vez tienes el tubo, vas a casa, coges unas tijeras o cutter. Yo lo hice con tijeras, por considerarlo un método más seguro. Y con cuidado de que el tubo no se vaya girando,lo cortas a lo largo, de manera que te queda el tubo abierto y ya puedes colocarlo sin problema, sobre el perímetro de tu aro.
Sólo decir, que si necesitas más protección, puedes poner dos tubos juntos y así, aún sonarán menos los golpes.